El acceso a la financiación es un aspecto fundamental para que las empresas puedan invertir, innovar y en definitiva crecer. Por ello, facilitar a las empresas y en particular a las PYME los recursos financieros necesarios es esencial para el futuro de la industria.
El crédito bancario constituye la principal fuente de financiación de las sociedades no financieras españolas y especialmente de las de menor dimensión.
Con la crisis, el sector financiero no ha prestado el apoyo suficiente a nuevos proyectos empresariales o proyectos de riesgo, por lo que cada vez es mayor el número de emprendedores y empresas que han buscado financiación por vías distintas a la financiación tradicional para nuevas iniciativas o para recapitalizar la empresa.
Tras el fuerte crecimiento del endeudamiento antes de la crisis, las empresas han experimentado que las condiciones de acceso a la financiación externa han cambiado por completo. Las restricciones en el acceso al crédito han dado lugar a que las empresas hayan tenido que buscar la autofinanciación u otras vías de financiación externas y las empresas españolas desde el año 2009 se han ido desapalancando, aunque todavía están endeudadas por encima de la media, ocupando la cuarta posición de la zona euro, por detrás de Irlanda, Bélgica y Portugal.
A pesar de que las condiciones financieras han ido mejorando poco a poco, las PYME en España se enfrentan todavía a dificultades en el acceso a la financiación a pesar del incremento de fondos disponibles en el mercado para la concesión de nuevas operaciones de crédito y de la mejora en el coste de la misma.
También hay que tener en cuenta que las entidades financieras han sido tradicionalmente muy efectivas en financiar activos tangibles cuyo valor colateral es alto, pero en el futuro el crecimiento se apoyará cada vez más en activos intangibles (tecnología, conocimiento, marca), cuyo valor como colateral es menor o inexistente.
Por todo lo anterior, desde el sector público es necesario articular instrumentos financieros que permitan impulsar la actividad inversora, apoyar el emprendimiento, acometer planes de crecimiento en las PYME y la I+D+i en la industria, que resuelvan los fallos de mercado que puedan existir y que permitan ejercer un efecto palanca al combinarse con los recursos privados para multiplicar los recursos existentes y compartir riesgos.
También es necesario desde las Administraciones Públicas el apoyo al tejido productivo, impulsando nuevos mecanismos de intermediación y nuevas vías de financiación para diversificar y reducir la dependencia de financiación bancaria en el tejido productivo.
Por todo lo anterior, se ha puesto en marcha la Lanzadera Financiera de Castilla y León. Es un instrumento permanente de colaboración público-privada, que tiene como objetivo la financiación de la estrategia de competitividad empresarial y de sus ejes de emprendimiento, crecimiento y reindustrialización, innovación e internacionalización. Con ello se pretende impulsar los proyectos viables que pretendan desarrollarse en Castilla y León, tanto por empresas ya existentes como por nuevos emprendedores, mediante un procedimiento ágil de asesoramiento integral y apoyo tanto técnico como financiero, con el objetivo último de mantener y generar empleo.
Dentro de este eje de competitividad, se debe trabajar en las siguientes líneas de actuación:
Facilitar la inversión, la innovación y el crecimiento industrial.